Los “pesoistas” del sanchismo saben que son movilizados por este como hooligans futboleros, en otras circunstancias y con un poco de sentido común serían  mínimamente críticos, pero no le dejan, por ejemplo  al dirigente socialista andaluz – un tal Espadas- no permite que se mencione a Ábalos en su iniciada campaña en contra de su compa Susana.  Espada es un niño de Sánchez, en detrimento de Susana, que Sánchez no la traga.  Lo que toleran los socialistas sanchistas y lo que tragan no lo     tolerarían  estos si militaran  en otros  partidos políticos y si esto que está ocurriendo en el suyo ocurriera en el partido del otro. Este comportamiento sugiere que, para ciertos sectores del electorado, el análisis racional y objetivo ha quedado en un segundo plano frente a las emociones y el chavacanismo parlamentario que lidera la Vicepresidenta. Estos saben muy bien moverse usando discursos emocionales. La retórica del miedo, el odio, el que viene el “lobo” -entiéndase la derecha- la usan para ocultar la realidad, para ridiculizar la razón y así pretenden ocultar las fallas estructurales, como la corrupción o la mala gestión. También pretenden ocultar las fallas institucionales, como lo de la Fiscalía General del Estado o cuando usan a la Abogacía General del Estado para fines propios del presidente del gobierno. Haciendo un ridículo espantoso como le ha dejado claro el Tribunal Superior de Justicia de Madrid  con el Auto que resuelve la querella que  Sánchez presento contra el juez que investiga a su esposa Begoña. Querella usando medios institucionales como son los Abogados del Estado.

Todo acaba siendo relativizado y justificado, con los eslóganes fáciles, faltos de razonamiento y hasta rozando la ridiculez, es lo que hacen las emociones, despojar a la razón, como pretende Félix Bolaños, espetando que todo es un problema de la Derecha. Pero con lo que él no contaba es que esto es un Estado de Derecho y no de Derechas. Que lo han cogido con el carrito de los helados y que todo está brotando. Que dejen de justificar el “tu más” que actúen y dejen de esconderse en palabrería fácil y vacía. Aquí el que la hace debe pagarla, al menos en apariencia, porque siempre tienen al Tribunal Constitucional como último bastión.

Se dice que la búsqueda de la verdad es el principio fundamental de la justicia, pero en el ámbito político, es otra cosa, el principio fundamental es la mentira, especialmente en regímenes autoritarios, donde la propaganda del ejecutivo manipula la opinión pública, para   obtener el poder sin respetar principios democráticos.  ¿Os suena? Pues eso. Incluso en las aparentes democracias, los gobiernos y su corte de políticos recurren a la mentira. Sin embargo, en los estados democráticos o aquellos que al menos lo aparentan disponemos de dos guardianes – por ahora- contra el abuso de la mentira y del embuste patrio: el Poder Judicial y la prensa libre.

El Poder Judicial, con sus últimas decisiones mantiene mi pensamiento de que es independiente, inamovible y sometido únicamente al imperio de la ley. Esto se me tambalea a menudo, pero sigo pensando que estamos en un Estado de Derecho pese al Tribunal Constitucional. Este poder y el de la prensa libre, actúan como contrapesos esenciales para evitar que la falsedad se convierta en norma. Con este gobierno, que pretende amordazarnos con eso de la máquina del fango, lo cierto es que si no llega a ser por la prensa libre, no nos enteramos de los “fregaos” en los que están metidos todos estos a costa de nuestros impuestos y aportaciones al reino. Lo que hace el Sanchismo es no enfrentar las críticas con explicaciones claras, y opta por atacar a la oposición o descalificar a la prensa libre, que es precisamente la que ha revelado muchos de los asuntos de actualidad corrupta.

El problema de los embusteros no es solo su falta de ética, sino también la erosión de la confianza pública y de las instituciones democráticas. Cuando los gobernantes recurren a la mentira, no solo nos están engañando, sino que también debilitan las estructuras del Estado de derecho, la convivencia, creando un ambiente de desconfianza y corrupción que socava los principios democráticos.

Pero siempre nos quedará, por ahora, el Poder Judicial y la prensa libre.

LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA

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