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Vine, vi y vencí

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Así es. La locución en latín clásico veni, vidi, vici se le atribuye a Julio César cuando era general y cónsul e Roma, época en la que salía victorioso de todas las batallas, lo que le permitió ser el césar, el caudillo, el que más mandaría en todo el impero romano. Tenía al triunvirato de los nervios. Pompeyo se piró a Egipto y Carso, que también estaba en la terna, lo acojonó tanto que salió el primero de Roma para Siria, donde se lo cargaron. Entre sus amiguetes, Julio César solía contarles lo fácil que lo tenía, que carecía de oposición y lo ridículo de combatir contra adversarios de papel.

Estos pasajes de la historia me hacen pensar en lo que pasa en este reino de papel y de vacaciones permanentes. Lo del otro día, con lo de Puigdemont, tema tan manido, me lo he tomado a risa, a broma, a cachondeo. Porque no es creíble. Si bien me indignaba al principio, sentí vergüenza ajena y, sobre todo, me llevó a pensar cómo le voy a decir a los que acuden a mi que hay que cumplir as normas y que estamos en un país donde funciona el Estado de Derecho. al final , opté por el mantra que tantas veces suelo usar, ese que suelo decir y glosar, que todos somos iguales ante la ley, pero la ley no es igual ante todos. Eso es así y, como diría Andrés, ¡hay que joderse!

En un país de pícaros, Puigdemont es el más pícaro de todos. Vino a España a dar un discurso de cuatro minutos, seguramente pactó con Sánchez dejar a Illa tranquilo y Sánchez le despejó el camino retirándole a los cuerpos de seguridad de toda la vida, la Policía Nacional, y la Guardia Civil en favor de los Mossos, que, como hemos visto todos, estaban comprando la jaula mientras el prófugo se vacilaba de todos por las calles de la ciudad condal.

“Ponen al zorro a cuidar a las gallinas y los Mossos y compran jaulas en Ikea que después no saben montar” 

España ha quedado en ridículo, otra vez. En el extranjero hablan de policía española, no de mossos ni de mossas. A este paso, a Puigdemont lo tenía que haber detenido el caganer, pero no, se paseó por Barcelona como Pedro por su casa, mientras el otro Pedro, Sánchez, sigue desaparecido y el Gobierno estaba missing o de vacaciones.

El colega abogado de Puigdemont ha dicho que no piensa entregarse a las justicia y que vuelve a casa, a Waterloo, porque se cree Napoleón.

Sánchez ha visto cumplidas sus expectativas, ha colocado a Illa en la Generalidad, ha entullado -o entullará- de millones de euros a Cataluña, si es que esta vez cumple sus promesas, y nos hará más pobres al resto de los españoles. A él lo de gobernar para el interés general le importa menos que a los mossos detener al prófugo.

¿Dónde está Sánchez? Dicen que en Marruecos, donde saben tanto de él a través de Pegasus. Nos ha enviado a Zapatero a Lanzarote, donde una cuadrilla de guardias civiles lo protege permanentemente. O lo protegerá, si es que ha llegado, que están huidizos los socialistas. Y este último, mirando de reojo lo que pasa con su adorado Maduro.

Por ahora, tres mossos detenidos. Porque aún no se han enterado de que dentro de los Mossos hay una célula independentista. Lo dicho: un país de cuento, de pícaros y de bobos, porque lo somos. Ponen al zorro a cuidar a las gallinas y los Mossos y compran jaulas de Ikea que no saben montar.

LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA

 

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