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Rubiales sin modales

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Ecce homo. Lejos de revuelo mediático que suscitó la restauración por doña Cecilia en el verano 2012 del Cristo de Borja, estas dos palabras se supone que las pronunció Poncio Pilato, cuando era Gobernador de Roma en la Judea de la época y lo hizo cuando presentó al pueblo a Jesús de Nazaret, después de la tortura –que pueden seguirla en la película de Mell Gibson La Pasión para aquellos que no quieran leer el pasaje del evangelio de San Juan (19:5) donde lo relata–. Ecce homo es la denominación que se le dio al pasaje y significa más o menos «he aquí el hombre». Después de mencionar esas palabras en el latín de la época, parece que Pilatos se lava las manos. El trabajo está hecho: el populacho tiene al culpable. Esta pasada semana los gobernadores nos han presentado al hombre, una vez por un fuego y otra por un beso.

No hay nada más efectivo para vaciar la presión y contentar a la muchedumbre que presentar a un culpable. Aquí tienen lo que querían. Se diluye la razón entre la espuma que suelta la jauría. ¿No es eso lo que nos piden? Pues aquí lo tenéis. Hace tiempo que se dejó de practicar el razonamiento y la mesura, que se fue sustituyendo hasta calar en la sociedad una dictadura consentida, esa que practica el «piensas como yo o mal vamos». Nos acostumbramos a lo chabacano, a lo rápido, a lo cutre, a lo que marca la minoría que más grita y más jalea. ¡¡Beso en la boca!! –yo digo que fue en los labios– a la hoguera. ¡¡culpables del incendió en Tenerife, a buscarlos, hay que encontrar a alguien ya!!, hay que calmar al pueblo con un culpable, con un responsable, buscar la cabeza, esa que llaman de turco.–

Lo grave es que quien hace realiza esos gestos, –besos– o esas manifestaciones, –buscar al pirómano– , tienen las consideración de Jefes Supremos y están investidos –o eso creen– de poder absoluto, sabedores que los sistemas de compensación del poder ya no funcionan, que hagan lo que hagan en apariencia no les pasara nada, contribuyendo a la involución de la convivencia. No es solo un beso, es que su autor debería representar valores y actitudes exportables y no comportamientos gorilescos, mas propios de hooligans.

Mostrar signos de educación, de protocolo, de buenas maneras es totalmente desaconsejable en este momento histórico que nos ha tocado vivir y parece que el autor del beso es un claro abanderado, normalmente cumplir esos atributos lo asocian con el poder adquisitivo y la alta burguesía, por lo que hay que desterrar de nuestro día a dia, los buenos hábitos y los buenos modales, no solo de los escritos judiciales –como hace tiempo nos aconsejan–, sino de las de las relaciones sociales. Se premia el tuteo antes que un usted. Yo siempre trato a todo el mundo de usted, y cuando me dicen –para mostrar cercanía, supongo–, no me llame de usted. suelo responderle: «Yo le llamaré a usted como usted quiera, lo que pase después se lo cuento otro día. Y de los buenos modales también hablaremos otro día».

Pero a lo que vamos, el comportamiento de Rubiales estaba fuera de lugar –el beso, también», «la mujer del César no debe serlo, sino parecerlo», o sea que hay que saber comportarse cuando ostentas un cargo de representación y ese comportamiento debe ser ejemplar. Parece que esto no va con él. Es lógico que se pida su cabeza y se desencadene eso que llaman el movimiento Me Too. El pueblo pide su cabeza y las instituciones de ahora, en eso, oyen al pueblo, le piden al Ecce Homo. Y lo peor es que se ha nublado lo realmente importante y es que España es campeona del mundo en fútbol femenino, casi nada.

Buscando a otros culpables y presentarlos al pueblo, con razón o sin ella –eso poco importa– estuvo a punto de culminarse con las declaraciones del señor Clavijo , presidente del Gobierno de Canarias, el pasado 19 de agosto donde, según comunicó la propia familia afectada, fueron tachados de comportamiento inadecuado frente a lo que estaba sucediendo y hasta se mencionó que estaban siendo investigados por la Guardia Civil. Nada más lejos de la realidad. Que se pudo aclarar. Pero a esta familia le tocó sufrir la exposición a la ciudadanía como responsables de algo que no era cierto. Circula en redes un comunicado que no tiene desperdicio por su contundencia y coherencia. Menos mal, puesto que de haber seguido por esa línea, las consecuencias y resultados por una presentación precipitada al pueblo de presuntos culpables hubiera tenido un resultado propio de la época cavernaria.

En fin, ahora me pongo con mis tareas de este bendito lunes 28 de agosto. Me toca responder a todas y cada una de las consultas que me han llegado estos días; confinamiento por el fuego, sobre eso de compensar los daños que han causado mientras realizaban tareas de extinción, sobre los robos, sobre las pérdidas, sobre el consentimiento por un beso, sobre la igualdad, sobre la libertad…

En fin, lo del beso ya ha pasado y también lo del fuego. Yo, que soy de dar abrazos, he decidido que se acabó, por si las moscas. Que mejor pasarme a la cultura nipona, porque la mía se deteriora a pasos agigantados; no me veo dándole un abrazo a mi smartphone, pero al tiempo.

LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA
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