«¿Qué rapidez en presentar querellas desde que escucharon a De Aldama?», me preguntaron este pasado viernes. Lo cierto es que quien no sabe cómo funciona esto de las querellas por injurias o calumnias, es normal que lo piense. Y eso que quien me lo preguntó hasta adquirió mi libro, ¿Qué me puede pasar si te llamo gilipollas?, y quiero creer que incluso lo ha leído. En él explico, de forma muy clara, el trámite para este tipo de asuntos, como las querellas por injurias y/o calumnias.
Antes de presentar una querella de este tipo, es obligatorio un acto previo: la conciliación. Y eso es precisamente lo que han presentado. Pero ocurre que los informantes a menudo confunden términos y, como consecuencia, informan mal. Este trámite, en la mayoría de los casos, termina en nada.
En esta conciliación, el PSOE y su gente le piden a Víctor de Aldama que se calle y sea bueno, que no «cante» más y deje que los únicos que lo hagan sean los niños de San Ildefonso el próximo 22 de diciembre. Pero De Aldama no está por la labor. Así que los demandantes solicitan que se retracte de lo que dijo y se comprometa a cesar de forma inmediata toda actividad que pueda dañar el prestigio, la imagen y el honor de quienes han presentado la solicitud de conciliación. Lo curioso es que en esta conciliación, futura querella, también esta alguien «de los nuestros», que fue presidente de esta comunidad y, actualmente, es ministro.
Cuando se celebre el acto de conciliación, quedará abierta la puerta para presentar la querella, que supongo estarán preparando con todo detalle. Aunque, en mi opinión, tendrá un recorrido muy corto. Más allá de politizar una vez más la justicia y contribuir al atasco de los juzgados, hay que recordar que lo que dijo De Aldama fue en el marco de un proceso judicial, ejerciendo su derecho de defensa, y no en un programa de «telecutre».
Si has llegado leyendo hasta aquí, merece la pena recordar algo fundamental: De Aldama, como investigado que es, tiene derecho a mentir. Así es, puede dar falso testimonio, un derecho que está reconocido tanto en la Constitución como en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, e incluso ha sido avalado por el Tribunal Constitucional en 1996. Sin embargo, esto no aplica a los testigos, ni siquiera a los de cargo, quienes no pueden, ni deben, mentir.
Ahora bien, si De Aldama inculpa a otros, tiene que demostrarlo. No basta con tirar barro a la pared a ver si algo queda o disparar sin apuntar a la diana. Además, hay que tener en cuenta que De Aldama está colaborando con el Ministerio Fiscal en la investigación de ciertos delitos, y todo apunta a que su testimonio ha sido tomado en serio. Gracias a «cantar», De Aldama ya está en libertad provisional, con la obligación de comparecer apud acta semanalmente.
Cuando los periodistas le preguntaron al salir de prisión, él respondió: «Que no se preocupe el señor Sánchez, que va a tener pruebas». Yo discrepo: si tiene pruebas contundentes, lo más lógico sería decir «que se preocupe el señor Sánchez», ¿no? A menos que esto sea un brindis al sol del comisionista, y lo que traiga al procedimiento sean balas de fogueo.
El ministro de Justicia, Félix Bolaños, nos dejó claro qué leía en su infancia: los tebeos de Mortadelo y Filemón. Y, por lo visto, asimiló bastante el rol de uno de los personajes. Intentó ser gracioso al decir que a De Aldama solo le faltó proclamarse agente de la TIA. Pero lo que realmente le faltó esta vez fue decir que el comisionista es un invento de la ultraderecha. ¿Será que está perdiendo facultades?
Ahora toca esperar a lo que declaren hoy lunes los investigados Ignacio Díaz Tapia y César Moreno, en el seno del procedimiento, que podrían ratificar las palabras de su socio, el comisionista de la trama. Ojalá declaren tranquilos, porque siempre les queda la exceptio veritatis, una exención de la responsabilidad penal por calumnias si el querellado prueba la realidad de los hechos que ha imputado. Todo apunta a que hay pruebas suficientes y que no habrá querella; y, si la hay, no prosperará.
Como ya definió magistralmente Ramón María del Valle-Inclán: esto es un esperpento.
LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA