Esta pasada semana un aspirante a político con cargo de concejal en uno de nuestros ayuntamientos – me refiero a esos aspirantes que tienen los estudios que dan de título una tapa de yogur Hacendado – pretendió una vez más tomarme el pelo, infravalorando o subestimando a todo el que se le acerca y no ostenta un cargo similar. Con los superiores se inclina, hace la reverencia y con los inferiores usa lo que ve, lo que escucha y lo que ha aprendido en la calle. Una lástima, no tiene remedio, llegará lejos, sabe usar el arte de la sumisión y se inclina bien. Nos gobiernan los últimos de la clase. Y los primeros – de la clase- no quieren o no les importa que hayamos llegado donde hemos llegado con esta nueva generación que simulan hacer política. Esta pasada semana también me llamaron dos veces al orden en Sala. Ya he asimilado que la destreza nunca es suficiente. No sé si me estoy volviendo menos tolerante o es que estoy hasta la coronilla de ver cómo pisotean los derechos del justiciable, y dependiendo de quien sea y de quien se trata, veo algún que otro justiciable pasar con alfombra roja y es que hay que obtener mucho estómago para ver lo que veo a diario y encima callarme. Me cuesta mucho controlar mi incontinencia verbal. Así que mis más sinceras disculpas al primero, por mandarle a donde lo mandé, y a los segundos, por hacer lo que debía. Y es que nací sin bisagras en la espalda y con rodillas rígidas. Defectos de fábrica, que con mi edad ya no tienen remedio, ni pienso remediarlo.
Sánchez esta semana lo paso menos mal, se lo debe a Errejón. Es hasta posible que le pidiera que le echara una mano con la que le está cayendo y disipar un poquito lo de Aldama y compañía. Errejón es aquel que prueba su propia medicina y presumo que no le sabe bien, más bien amarga. Errejón, aquel niño con cara de listo y muy listo. Ese que junto con sus amiguetes entraron en la gobernanza del reino de España y como dijo Alfonso Guerra -cuando entró el PSOE a gobernar por el 83 del siglo pasado- estos amiguetes y Errejón dejaron a España que no la conoce ni la madre que la parió. En cualquier caso lo de Errejón – dimitir- es muy plausible, loable, este chaval ha sido muy valiente, ha dejado el aforamiento, ese blindaje decimonónico que usan muchos cobardes, para enfrentarse a lo que le venga encima ahora con las denuncias en cascadas que le caerán. Todo el mundo lo sabía pero nadie sabía. Cosas. Pero no olviden la presunción de inocencia, por favor. Por otro lado todo mi apoyo a las mujeres que sufren acoso o cualquier tipo de maltrato, yo también estoy con ellas y también estoy con ellos, aquellos que sufren por denuncias falsas. Que son detenidos, fichados y duermen una noche en el calabozo. Y después no pasa nada. Los arrebatos son así. Y por otro lado el Gobierno -lo ha dicho su portavoz- siempre tiene que estar al lado de las víctimas, pero sean las que sean, no hay víctimas buenas y víctimas malas. Errejón, que pidió contundencia haciendo bandera del feminismo, ahora pasa de verdugo a víctima. Y en su carta de despedida, donde se humilla, le faltó descargar la culpa en la derecha o en la extrema derecha, que es la culpable de que sea hombre. Ahora las mismas manos que le aplaudían serán las que blandan las espadas, los cortesanos son así.
En fin este lunes estamos adaptándonos al dichoso cambio de hora, en pre Halloween, una semana de cuatro días, y viendo venir las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de américa, sistema electoral que nadie conoce aquí y del que todos opinan como doctores helenos. El día 5 de noviembre sabremos si Kamala o Trump, a mí los dos me caen bien. En cualquier caso, me quedo de la semana pasada con una frase de la Princesa de Asturias, que espetó en sus premios, mirando a quien la cantaba; hoy puede ser un gran día y mañana también.
LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA