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Los lunes con Juan Inurria 17-07-23

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El lunes pasado fui al kiosko a comprar el ¡Hola! No eran los kioskos que recordaba pero siguen existiendo. Cierto que hace bastante que no paso por uno, ya casi todo es digital, y se compran pocos periódicos y se venden menos, claro. Pero no me imagino aún unos Sanfermines donde los corredores lleven tablet en la mano en vez de un periódico enrollado, pero al tiempo… El caso es que me hice con la revista, pensando que estaría agotada ya que se trataba de un monográfico de la boda de Tamara Falcó, pero no. Boda donde habían vendido la exclusiva, y para protegerla se requisaron los smartphones a los asistentes –me pregunto como si hubo cacheo o registro o fue voluntario– y además la selección musical de la preboda incluía un tema de mi amigo Manuel Linares De Triana a Nueva York y todo eso a mí me interesaba, además del reportaje gráfico. El caso es que la revista se pirateó y esto cabreó mucho a la gente de ¡Hola! Os cuento.

Al poco tiempo de ponerse a la venta el especial de la revista con la exclusiva, alguien se hizo con el PDF de ¡Hola! y lo difundió usando el sistema de mensajería instantánea WhatsApp. Así que muchos se hicieron con la revista gratuitamente, reventando las ventas y atacando a la propiedad industrial. Es posible que sin ser consciente de ello.

Piratear publicaciones está a la orden del día y compartirlas es un delito. El actual Código Penal recoge este tipo de comportamientos en sus artículos 270 y 271. Son delitos que en el pensamiento colectivo no están alojados y pensamos que nunca pasa nada hasta que pasa. El modus operandi es muy simple y se hace a diario, comienza con la descarga del PDF donde contenga la obra –periódico, revista u otra publicación– y lo compartes, si lo haces ya estás cometiendo el ilícito como autor –presunto mejor– y tus amiguetes que lo difunden también.

Las obras, las creaciones están sujetas a propiedad intelectual y si no tienes los derechos no las compartas. Respetas con ello al autor y su medio de vida. Pero… ¿quién le pone puertas al campo?

El sistema de mensajería Whatsapp tiene eso que nos sale en la pantalla a modo de aviso y es el cifrado de extremo a extremo –todo usuario debe saberlo– y esto es que ni la empresa dueña de Whtasapp –que es Meta– tiene acceso a los mensajes que nos intercambiamos, por lo que difícilmente puede conocer que se esté cometiendo un ilícito a la hora de compartir una publicación –cosa que no pasa en Facebook– en cualquier caso es algo muy serio ya que sin darnos apenas cuenta estamos siendo cómplices de destrucción de puestos de trabajo, creatividad y eso se pretende proteger a través de las sanciones recogidas en el Código Penal.

Pero…¿ cómo localizar la fuente?, encontrar a aquel que inició la cadena, el primero que compartió. ¿quién le pone el cascabel al gato? Actualmente esto es muy complicado. Si llegara a localizarse –algo improbable por su complejidad actual– este sujeto sería el presunto autor de los hechos delictivos que recoge el 270 y siguiente del Código Penal. Pero eso es muy difícil con casi 30 millones de whasaperos y es que este sistema nos da muchas alegrías, pero también alberga algún que otro disgusto a modo de ilícito. Ténganlo en cuenta, por si acaso.

Y recuerden la máxima, un principio absoluto y es que «la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimento».

LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA
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