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El mundo, que no ha parado ni un momento

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Parece mentira que siglos después de que haya desaparecido la piratería, al menos de forma oficial, ahora son los hutíes de Ansarolá (partidarios de Dios) quienes atacan a los barcos civiles y militares en el Mar Rojo, obligando a la coalición angloamericana (España no ha querido entrar) a bombardear objetivos en Yemen, provocando otra guerra regional.

No creo que haya nadie sensato que se oponga a la respuesta occidental a este grupo de desalmados -también hay suníes en sus filas- que ha terminado por desestabilizar el Mar Rojo, se supone que con el inestimable apoyo de Irán de los ayatolah y de Putin, que está en todas partes menos donde debe estar.

La España de Sánchez, que es la España del Chantaje y la extorsión, dice desde el Gobierno que ya está el país en varias guerras y que no se mete en otra más. Bueno, el Ejercito español cubre frentes de contención en el próximo Oriente y en algunos países en riesgo de invasión del antiguo Telón de Acero; pero lo que los aliados del Mar Rojo -y la propia OTAN- pedían a Sánchez eran aviones de combate y diversa logística. Ha dicho que no. Que ni un avión ni logística. Tampoco parece tener mucho entusiasmo en ello la ministra de Defensa, Margarita Robles, una de las personas más sensatas del Ejecutivo Frankenstein. Aunque su sensatez la administre Sánchez.

Lo cierto es que las guerras, soterradas o no, no se acaban: ni la de Ucrania, ni la de Gaza, ni algún restito de los Balcanes, muy poco, escaramuzas fronterizas, y ahora la del Mar Rojo. Los yemeníes amenaza con graves represalias: los hutíes , que nacieron en 1990 matando gente inocente, amenazan con represalias a la población civil -que es la que lo paga todo- de los países que actúen en el Mar Rojo; es decir, USA y Reino Unido, por el momento.

Cada vez pienso más que vivíamos en un paraíso, el que conformaban las siete Islas Canarias, -ahora ocho- pero que ha dejado de serlo para convertirse en un cementerio. Más de 60.000 cadáveres flotan en el mar de personas y personitas que han querido alcanzar nuestras costas y no han podido, entre ellos muchos niños; y unos 30.000 que lo han intentado con éxito, en los últimos meses. Estas cifras no pueden continuar produciéndose, por nada del mundo.

Soy consciente del terno sufrimiento de África; también lo soy de que lo colonizadores europeos y hasta los norteamericanos -con la esclavitud- expoliaron sus recursos humanos y naturales; y, cómo no, de que dirigentes africanos sinvergüenzas han asesinado cruelmente, con la excusa de las causas étnicas, a sus paisanos y han robado lo que han podido y más. Pero tiene que haber una solución. Los países europeos dividieron África, l repartieron de acuerdo con sus intereses, tras la II Guerra Mundial. Por eso están obligados ahora a solucionar el problema que crearon. Es muy clarificadora la película Padre y soldado que narra la historia de un pastor de vacas senegalés y las putadas que sufren los aldeanos por los colonizadores franceses. Cazaban a los varones para llevarlos al frente y defender una Francia que ni sabía dónde estaba, ni sabían porque le perturbaban su paz para disparar, atrincherarse y esperar a ser desmembrado por los obuses de la I Guerra Mundial. Conociendo la historia se responden muchas preguntas.

No son buenos augurios para este año de 2024, que promete -y disculpen el pesimismo- ser mas cruel y desagradable que el anterior. Es de desear que tras las elecciones americanas entre a gobernar el mundo un hombre o una mujer cabales, y no otro viejo u otro loco, y que España despida al esperpento de presidente que nos ha tocado, pero aún que los dos anteriores que fueron un desastre: Zapatero y Rajoy. Desde Felipe y Aznar no pintamos un carajo en el mundo. No digamos, siendo más concretos, en la Europa engañada por Sánchez, cada día más débil y más idiota, a la que Sánchez pretende huir. A ver.

Estoy ahora con el último libro de Alfonso Guerra -al que como saben conocí- en el que relata sus pensamientos sobre una época que cambió la historia de España. A lo mejor, si algunos lo leen -si saben leer, claro-, nos ahorramos algunas opiniones equivocadas y dejamos de ser los inquisidores de la Transición, que practican los nuevos modernitos autoproclamados abanderados del progreso. La Transición fue el mayor éxito político de España en toda su historia moderna, tras del Descubrimiento de América.

Es el mundo, que como decía la canción de Jimmy Fontana, no ha parado ni un momento. Y lo decía en los 60. Ha llovido ya desde que nací.

LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA

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