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Colapso, privilegios y el zorro cuidando las gallinas

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El Colapso Judicial es  una amenaza para una justicia eficiente, aunque ese colapso parece no afectar a las causas donde son parte  privilegiados, puedo recordar muchos casos, donde se anteponen las causas con dependencia a quien las dirige y las parte que la integran, pero ahora por ejemplarizar  recuerdo el  caso de Begoña, una autoridad por ser la esposa de Sánchez.

 La justicia,  es una piedra angular de cualquier sociedad democrática,  aunque desde la época de Pio Cabanillas hasta la de Bolaños, sigue en igual o peor. En este reino de España, la situación de la justicia ha  debilitado uno de los derechos fundamentales básicos: el acceso rápido y efectivo a una resolución. Los retrasos en los juzgados y tribunales se han convertido en una constante y ya una costumbre, que afecta tanto a la administración de justicia como a la percepción ciudadana de la misma y mucho más después de la amnistía y lo que hace el Tribunal que preside Conde Pumpido, donde ahora le toca resolver una veintena de recursos sobre la Ley de amnistia. Yo ya se el resultado ¿uds?.

Uno de los factores clave detrás de este problema es la sobrecarga de casos. La cantidad de demandas, atestados, denuncias… que se registran diariamente en los juzgados  supera con creces la capacidad operativa. Si miramos las estadísticas, se registran más de 7 millones de asuntos nuevos, mientras que los procedimientos pendientes a cierre de año superaron los 4 millones, es decir, entran más de los que salen. La acumulación de casos pendientes genera un efecto embudo que culmina en el gran atasco y eso impacta de manera directa en la velocidad y eficiencia con la que se resuelven los litigios.

Hoy está todo judicializado y raro es el que no tienen algún asunto en los juzgados, algo impensable hace 50 años, hoy en el siglo XXI cuando un ciudadano  se enfrenta un conflicto legal, espera que el sistema judicial ofrezca una respuesta, lo de  rápida ni se lo plantea. Pero lo que te vas a encontrar es un proceso largo y extenuante que se prolonga durante años. Hay algunas  situaciones sensibles que se resuelven de inmediato, por la cultura política del momento. En cualquier caso, esta tardanza genera una falta de confianza en el sistema judicial, y como resultado, un debilitamiento del estado de derecho. El cual cada vez es más Estado y menos Derechos.

En algunos partidos judiciales de Canarias, nos  enfrentamos a  retrasos judiciales que superan la media nacional, reflejando una falta crónica para gestionar el volumen de litigios. Las soluciones a este atasco judicial no son sencillas. La digitalización de los tribunales ha sido promovida como una de las principales vías para agilizar el sistema, pero su implementación ha sido desigual y, en muchos casos, ineficaz. Si bien algunas comunidades autónomas han adoptado el expediente digital con éxito, otras aún lidian con trámites en papel que ralentizan enormemente el proceso, sumado que hay algunas que usan los dos por inoperatividad de la modernización digital.

Aunque no dejo de pensar que el atasco en los juzgados también es un reflejo de una cultura de litigios que se ha instalado en la sociedad española. La falta de  efectividad de medios alternativos de resolución de conflictos, como la mediación o el arbitraje, ha provocado que muchas disputas que podrían resolverse fuera de los tribunales terminen saturando el sistema judicial. La frase de “te pongo una querella criminal”…o esto lo “llevo a la fiscalía anticorrupción”…de todos los políticos que no solucionan los asuntos en sus foros han colaborado en los atascos. Incentivar otra cultura nos costará, máxime cuando el tercer poder del estado deja de serlo por los comportamientos de los otros dos poderes.

En definitiva, créanme si os digo que la situación de los juzgados es alarmante y aunque requiere soluciones urgentes, no las tendrá, pues tenemos al zorro cuidando a las gallinas.

Corremos el riesgo de que el derecho a la justicia se convierta, en un privilegio inalcanzable, y no por no poder acudir a los juzgados, que pueden, sino porque no obtendrán una solución o lo que se denomina, no obtendrán una tutela judicial efectiva, un juez por sentido común no tratara tu asunto igual que el de Begoña. En el centro de todo está una verdad ineludible: la justicia, para ser tal, no puede llegar tarde. Un sistema judicial atascado es un sistema fallido, y los ciudadanos no pueden seguir siendo las víctimas de esta ineficiencia institucional. Necesitaríamos una respuesta firme y decidida por parte del Gobierno para  revertir esta tendencia y garantizar que la justicia en España recupere su función esencial. Pero eso no ocurrirá.

LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA

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