La nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el que deja el cargo, el simplón inculto de Andrés Manuel –nombre de telenovela— López Obrador, no han invitado al rey de España a la toma de posesión de la primera.
Bueno, no creo que Felipe VI vaya a dejar de dormir por eso, pero se trata de una descortesía, que viene dada porque una vez López Obrador le pidió explicaciones a don Felipe por lo que hizo Hernán Cortés hace 500 años. En aquel momento, la solicitud fue recibida con escepticismo y cierta incomprensión, ya que el contexto histórico ha sido revisado en múltiples ocasiones, revelando que la historia de la conquista es más compleja de lo que sugiere una simple demanda de perdón.
El todavía presidente no se enteró en la escuela de que la mayoría de los mexicanos, que entonces era una nación pequeñita y no tenía categoría de tal, lucharon a favor de los españoles, hartos de la presión de las elites aztecas que entre otras cosas, los esclavizaban. No se puede ser más bobo y hoy eso está de moda, vivimos en una era de tontos contemporáneos. Y los lideres de esta clase saben que les siguen una gran panda de incultos y catetos, por eso cada vez fomentan más la incultura y la ignorancia que alimenta el subvencionismo estatal y estamos en la senda de la involución cultural mas absoluta. Así se regenera la democracia, con esparadrapo en la boca y en la mente.
El propio López Obrador, quizás, no prestó atención a estos detalles en su etapa escolar, lo que explicaría su visión sesgada de la historia. Como tampoco prestaron atención, ni leyeron los de aquí que van allí. No es un secreto que la izquierda latinoamericana, en su versión más populista, ha abrazado con entusiasmo la llamada Leyenda Negra sobre la colonización española. Este relato, alimentado durante siglos por intereses políticos y geopolíticos, ha sido utilizado para culpar a España de todos los males que afectan a las excolonias, olvidando que otras potencias coloniales como Inglaterra y Francia, cometieron atrocidades mucho mayores en sus respectivos imperios. Sin embargo, no vemos a los líderes de América Latina exigiendo disculpas a Londres o París con la misma vehemencia o esos países ¿colonizaron América llevándoles un huevo Kinder?
La Sheinbaum es una izquierdosa pija de clase acomodada, – como aquí las hay también- discípula aventajada de López Obrador, que está empeñado en enarbolar la bandera de la izquierda en el grupito de los de siempre. Ha dicho que odia a los españoles y que nunca viajará a España. Pues él se lo pierde ¿o no?
El Gobierno de Sánchez ha reaccionado muy acertadamente, no enviando a nadie a la toma de posesión de la presidenta Sheinbaum, aunque unos cuantos comunistas y otros cuantos herederos de los etarras irán, como siempre ayudando a su país, que es este reino, que les paga y que les puso donde están gracias a lo que pone en la Constitución. Esa parte se la han leído. Dice Eneko, mi amigo mejicano con nombre de chino japones, que hay algunos que son idiotas cuando nacen y cuando desaparecen son más idiotas todavía y a Méjico les ha tocado ahora, porque a nosotros nos sobran.
El rey no ha hecho ni siquiera comentarios –los monarcas hablan poco o nada—, ni ha hecho caso a las bravuconadas de López Obrador. Y en cuanto a la Sheinbaum, mejor es ignorarla, porque habla por boca de su mentor, exenta como está de personalidad. Pobre México, tan lejos de su aguila y tan cerca de estos dos pájaros.
Es la herencia que dejamos. ¿Qué idioma habla López Obrador? ¿El azteca? Cortés liberó del yugo de las elites locales a miles de mexicanos humildes que se pusieron de su lado. Cuando perdió la última batalla lloró debajo de un árbol, en su noche triste. No fue un santo y las colonizaciones pueden ser dolorosas. Lean por Dios!!!. Y podrán enterarse, al menos, lo que es una monarquía parlamentaria, como la nuestra, y se enteraran que el Rey no está puesto ahí por la cara, que hubo una Constitución que se votó que el estuviera y que una de las funciones que la Constitución quiso otorgale al Rey es la de máxima relevancia en las relaciones internacionales, aunque la dirección de la política exterior es de Sánchez.
Pero es que la política de Sheinbaum y López Obrador es un claro ejemplo de cómo ciertos líderes políticos seleccionan y manipulan fragmentos de la historia para ajustarlos a sus intereses políticos y como manejan la ignorancia.
Lo del genocidio es mentira. Forma parte de una leyenda que lanzaron a la historia unos cronistas interesados y analfabetos. Para vender y sumar a catetos. Los sensatos dicen otras cosas. Y la pareja presidencial, la que entra y el que sale, sólo le han contado una parte de la historia que les interesaba porque leer no han leído. Tampoco queremos que venga la Sheinbaum, que se vaya al país de donde procede su familia. Panda de analfabetos históricos.
LOS LUNES CON JUAN INURRA – Periódico EL DÍA